La publicación refiere a cuatro empresas emprendedoras que han hecho un gran aporte a la reutilización de lo que comúnmente uno llama "basura". Nicolás Opazo y Ana María Montemurro han creado un nicho a través de su empresa Compost Chile, vendiendo contenedores que reciclan los desechos orgánicos (que es casi la mitad de la "basura"), convirtiéndolos en una tierra de hojas rica en nutrientes.
Está también Juan Aravena, ex habitante de la toma de Peñalolén, que creó el Centro Laboral de Acción y Desarrollo Social Recolectores de Peñalolén, en que un grupo de unos 600 triciclos recogen residuos como papeles, cartones, botellas y latas que luego venden a intermediarios que le venderán esto a empresas recicladoras.
La empresa Recycla hace su parte por el lado de los desechos electrónicos, cobrando a las empresas por retirar el material que ya no usan y que tienen botado en bodegas. Una vez descompuestos, venden su "producto" a empresas que lo transforman a materia prima.
Finalmente, están los Ecopellets, que son restos de madera secada, molida y luego compactada en cilindros pequeños que sirven para generar energía, de manera más económica y ecológica.
La Conama ha concluido que el 65% de la basura podría reciclarse y hasta ahora en Santiago sólo se llega a un 14% de reciclaje, por lo tanto falta ponerse más las pilas y pasar la voz. Hay muchas instituciones que ya se están encargando de esta responsabilidad social ambiental, y vale la pena nombrarlas y reconocerlas, porque es algo que cada día se hace más necesario.
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