Entonces, ¿cómo aprovechar estos restos orgánicos? Lo más ideal es teniendo una Compostera o Compost, que es un contenedor que descompone estos productos, convirtiéndolos en una rica tierra de hoja para las plantas.
Si es que no se cuenta con suficiente dinero como para comprar una compostera, estas son unas instrucciones básicas para construir uno propio:
1. Escoge un lugar en el patio o jardín, de preferencia lejos de la casa o la cocina, y fíjate que le de sol y sombra durante el día. Destina un recipiente, hoyo o caja metálica grande (mínimo 1 m3, máximo 1.5 m3) con tapa. Coloca una capa gruesa (aproximadamente 6 cms.) de aserrín o tierra. Vierte ahí todos los desechos orgánicos (restos de frutas, verduras, pasto, hojas, etc). Cúbrelos con otra capa de tierra. Rocía con un poco de agua indispensable para mantener la humedad y espolvorea con cal para evitar malos olores. Se cubre con un plástico, tapa, o capa de tierra.
2. Cada vez que integres nuevos desechos orgánicos, o bien a la semana, se revuelve todo con una varilla (es importante para ventilar los materiales) y se repiten los pasos anteriores. En 3 ó 4 semanas se observará que es difícil distinguir lo que se fue depositando, a excepción de los desperdicios más recientes.
3. Después de 1 a 4 meses se convertirá en “humus” (es el nombre vegetal de la tierra que se forma por la descomposición de la materia orgánica). Y esto resulta en un abono estupendo con vida, con una gran densidad y variedad de microorganismos que sintetizan enzimas, vitaminas, hormonas, etc. y que repercuten favorablemente en el equilibrio biótico del suelo.
Fuente: Zona Ecológica
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